domingo, 3 de julio de 2011


Mira, aquí está mi corazón. ¿Lo ves? Ya, ya, no hace falta que digas nada. Ya lo sé, ya se que está mucho más pequeño y frágil que la última vez que lo viste. Sí, tócalo, mucho más frío ¿verdad?A veces se estremece, se asusta, es normal, ha sufrido tanto.
¿Que qué son todas estas cicatrices? Es divertido que me lo preguntes. Pues verás, ésta de aquí tan grande, la que lo cruza de arriba abajo, es de cuando te fuiste. Y la que lo remarca por el lateral de cuando te rendiste y decidiste que ignorarme y un mensaje era lo más adecuado para hacérmelo saber.
Ésta pequeñita de la noche que te llamé borracha. La de al lado, los cuatro días sin dormir que la sucedieron. Ésta un poco más larga, de cuando me di cuenta que todas las esquinas de mi casa llevan tu nombre. Aquí está la del verano que nunca pasamos juntos, y la del viaje que nos faltó por hacer.
Aquí está la de mis noches en vela auto-convenciéndome de que para ti también valía la pena, y aquí la de cuando me dijiste que te echaba en cara tus decisiones, y esta que se alarga son todos los “suerte mañana, enhorabuena, estoy orgulloso..” que nunca me dijiste. Aquí, detrás, mira, está la de las veces que esquivaste mi mano, y en las que paseábamos por la calle como completos desconocidos.
Y bueno, hay algunas más insignificantes, como las llamadas que no cogiste, o las veces que no pudiste venir a verme. Alguna fina como las miradas esquivadas, y otras como las veces que me dabas la espalda cuando dormíamos juntos.
Sí, ya se que está completamente lleno. A veces incluso pienso que no cabe ni una más, de lo cual me alegro, me alegro de tener un solo corazón, así sé que nunca más podré tener cicatrices.
Porque, ¿sabes?, aunque siga sonriéndote, en este corazón tú ya no cabes.

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